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Centro Universitario de la Costa Sur

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LGAC- Ecología

Los ecosistemas constituyen una de las unidades básicas que estudia la ecología. Están conformados por comunidades bióticas (conjuntos de especies de plantas, animales y microorganismos en interacción consigo mismas) y por factores o componentes abióticos (atmósfera, agua, rocas y los componentes de los suelos y los sistemas acuáticos). Los integrantes de los ecosistemas interactúan a través de transferencias de energía, materiales e información en un espacio determinado. Estas interacciones dan lugar a procesos como el flujo de energía entre niveles tróficos, los ciclos biogeoquímicos, las interacciones bióticas de mutualismo, competencia, depredación y parasitismo, y la sucesión (el cambio a través del tiempo que se observa en la estructura, composición y funcionamiento del ecosistema, como consecuencia de la acción conjunta de perturbaciones e interacciones bióticas).

La estructura de los ecosistemas puede caracterizarse a partir de la distribución espacial  (horizontal  y  vertical)  de  sus  componentes  y  de  las  relaciones    de transferencia de energía, materiales e información entre éstos (niveles tróficos, especies, grupos funcionales de especies, subsistemas como el suelo, unidades de paisaje). Los ecosistemas presentan también diferentes escalas que han sido estudiadas por separado por distintas ramas de la ecología: autoecología, ecología de poblaciones, ecología de comunidades (sinecología), ecología de ecosistemas y ecología del paisaje, lo cual, al igual que sucede con las ciencias sociales, ha producido una visión parcial y fragmentada del conocimiento de los procesos ecológicos (McIntosh, 1987). El conjunto formado por uno o varios ecosistemas interactuando entre sí y con los sociosistemas que forman parte de su ambiente, constituye un sistema socioambiental.

El enfoque de sistemas socioambientales nos sirve para estudiar la relación entre ecosistemas y sociosistemas, como la configuración interna y el funcionamiento de unos incide en la de los otros; esto es, podemos analizar como interactúan procesos sociales y ecológicos. Estos sistemas son una unidad fundamental de estudio de la ecología humana. Tanto los ecosistemas como los sociosistemas pueden caracterizarse a partir de su definición como unidades territoriales en la dimensión espacial, y puede estudiarse también su dimensión histórica, utilizando enfoques de ecología del paisaje y de ecología histórica, dos campos de estudio centrales para la ecología humana y muy importantes para el manejo de los recursos naturales, la gestión ambiental y la agricultura, entendiendo estas actividades humanas como procesos en la interfase de la sociedad y la naturaleza.

En México, como en el resto del mundo, en los últimos dos siglos, pero sobre todo en las últimas cuatro o cinco décadas, la actividad humana se ha convertido en un factor de modificación profunda de la naturaleza y de los procesos ecológicos. Alrededor del 64% de los suelos del territorio nacional muestran algún tipo de degradación, y el 54% de la superficie total se ha desertificado. De acuerdo con la Red Nacional de Monitoreo, el 74% de los cuerpos de agua monitoreados están contaminados en diferentes grados y requieren algún tratamiento para los diferentes usos; 30% de la superficie irrigada tiene problemas de salinidad; más de 200 especies acuáticas, 100 angiospermas y 50 gimnospermas, están en peligro de extinción, y hay más de 1000 especies en situación indeterminada.

En la escala nacional se considera que un millón de ha arboladas son deforestadas anualmente, las cuales al ser abandonadas sufren severos deterioros de erosión. Continúan las explotaciones forestales en áreas de reserva ecológica y 60% de las áreas agrícolas dependen de cuencas boscosas en proceso de eliminación (SEMARNAT, 2003). Existe una fuerte presión sobre las áreas boscosas, con la finalidad de abrir áreas a la ganadería. En la actualidad el 50% del territorio nacional está dedicado a la ganadería extensiva, la cual ha ocupado el 90% de las selvas tropicales húmedas; el 80% de zonas áridas y semiáridas, y el 20% de las templadas. Aunque no se destruya completamente un bosque, la modificación de su estructura y composición (debido a talas, desmontes, incendios forestales, etc.) afectan de manera significativa a muchas de las especies que ahí habitan, originando que muchas de éstas desaparezcan y por ende los procesos ecológicos esenciales para el mantenimiento de la integridad biótica sean dañados de manera irreversible (Gómez Pompa et al., 1972).

Los procesos de degradación del ambiente en México han generado una situación en la cual se estima que unas 1000 especies de plantas, 147 especies de mamíferos, 271 especies de aves, 218 especies de reptiles y anfibios están en riesgo de extinción. Se considera que 477 especies de plantas endémicas a México están en peligro de extinción, lo que significa que aproximadamente el 5.3% de la flora endémica está en peligro. Ya se han extinguido o desaparecido del país nueve especies de mamíferos, 10 de aves y 11 de peces. Las causas principales son la destrucción o modificación del hábitat, la contaminación, la sobreexplotación, la introducción de especies exóticas y el comercio internacional de mascotas y plantas ornamentales de origen silvestre. De estas causas, la más importante es la destrucción de bosques.

El estado de Jalisco es considerado entre los seis estados más importantes de la República Mexicana en lo que concierne a la conservación de la diversidad biológica. Presenta una gran variedad de paisajes, que son representativos del territorio nacional y queda inmerso dentro de cinco provincias fisiográficas: Sierra Madre Occidental, Altiplano Mexicano, Eje Volcánico Transversal, Depresión del Balsas y Sierra Madre del Sur. Presenta 15 regiones terrestres prioritarias, regiones hidrográficas prioritarias, regiones marinas prioritarias y montañas prioritarias para la conservación en la escala nacional, según lo han determinado las dependencias federales en la materia (CONABIO, CONAFOR). También áreas de importancia para la conservación de aves, de plantas y de humedales de reconocimiento internacional (UNESCO, UICN, ICPB, UNEP, WWF).